RAMÓN PLAZA

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TEORÍA DEL BOLSILLO DERECHO

Con todos mis bolsillos derechos
sucede lo mismo: están rotos.
Por allí resbalan hacia la noche
poemas que escribo en la nada,
en la ciudad.
En los textos las sombras recuperan
a los centenares de tranvías
que ya no pasan hacia ninguna parte.
La Ciudad
en esos poemas con ventanillas
reaparece como un fantasma seco.
“Esto no da más”
se escucha repetir con insistencia.
Los ecos hablan como si pronunciaran
un dictamen sobre alguien muy cercano
azotado por el cáncer.
Todos mis bolsillos derechos están,
insisten en estar muertos sobre
el mismo tobogán de infortunios.
Los poemas resbalan por allí,
se atropellan como tranvías,
desaguan en el corazón de la nada.

OTOÑO

Viajo hacia un país donde el otoño
no existe.
Es decir, viajo hacia un país
donde la vida crece sobre la vida
y el hombre es el único resto
no vegetal de un planeta
comido por la soledad, la violencia
y un reuma atroz.
Viajo hacia un país
que no amo ni amaré
porque no existe el otoño, es decir,
no existe la muerte.
Viajo hacia un país
que parece prometer la eternidad.

Viajo.

LOS CAUDILLOS

Creo en la barbarie,
en el caos.
Dioses profundos de mi patria.
Siempre es La Rioja,
llanos del mundo.

Los caudillos
amaban a mi patria
y eran inflexibles
y eran de cuero.
Desjarretaban con la lluvia,
y sabían que el cuchillo
era un difunto
fuera de los dedos.
Y tenían esta mujer caliente del suelo.

Creo en la barbarie,
en su boca escribo.
Porque llana es la tierra
habitada por ganado.
Y pelear por algún caballo
es tener a Dios, pastando,
en el suelo.
Creo porque Quiroga
fue la carga apagada en Yaco.

Dos tercerolas,
cargadas; reunidas por la boca.
Esta pequeña historia que me llega
por los ojos de Quiroga,
vaciados, enterrados en el
aire de la tierra.

Siempre fue la muerte,
la violencia,
el caos ordenando los principios.
Siempre muertos, solos, asustados;
cavados con la tierra que nos asombra.
Sepultados, lluviosos, ordenados.

Esta es la sangre oceánica
que nos rige.
Este es el sur: sangrante y aterrado.

Porque somos australes,
bárbaros, imprecisos,
tendremos la historia
que el pueblo nos prepare.

Creo en la barbarie,
en su boca escribo:
los caudillos amaban a mi patria.

Nadie debe morir sin saberlo

© Ramón Plaza
(Argentina - 1937/1991)

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