Seleccionando un poema al azar de su sitio Web (http://silsh.webcindario.com),
me encuentro de nuevo con SILSH para comentar brevemente su
quehacer creativo hecho Poesía. En este hallazgo,
intitulado "La Palabra", nos adentramos poco a poco en el
regodeo verbal sobre la materia prima del poema en una SILSH
apasionada con sus reconditeces como si fuera un arcano
insoslayable que en sí misma y por sí misma le da vida a
cada gota de sangre en sus entrañas. SILSH ama las palabras
y por lo tanto nunca hará silencio. En este amor
enfebrecido nos hace partícipes de su detallismo literario,
de su poder ensimismado de inmarcesible observación. SILSH
se complace en observar las palabras, en notar cómo tienen
vida por sí mismas, cómo sus significados y sus
significantes son fuentes inagotables de múltiples sentidos
para una hierofanta literaria como ella, la misma SILSH que
nos confiesa su plenitud desde la palabra. Así nos place
leer lo que SILSH nos comparte sin ruborizarse:
"Transcribo la palabra,
hago cabriolas con sus significantes,
otros significados le reinvento."
Aquí notamos como en otros poemas de SILSH se
evidencia y se confirma el poder heurístico-poligramático de
la poeta de marras. SILSH se adentra en las palabras en
pleno éxtasis de ojos de par en par abiertos, observando y
haciéndonos observar de modo metapoético su universo
polisemántico. Sus múltiples sentidos, sus variados
significados. Sus diversos matices, sus muchas cadencias,
como a continuación SILSH nos revela:
"Origen del misterio de un gran rompecabezas,
sazonada en matices y cadencias
de peregrina voz hecha torrente."
Y ese rompecabezas persigue con insistencia el
deseo inextinguible de crear la obra maestra, la pieza
literaria que trascienda por todos los confines de la
Tierra. Y el movimiento de esta última estrofa viene dado
por el último verso. En ese movimiento percibimos el
dinamismo sintagmático de SILSH cuando se enfrenta a la
página en blanco, pues todo el poema se mueve sobre su eje
central, a saber, la preocupación por la palabra,
revoloteando en la mente de la poeta para exprimir el
sentido de una forma verdaderamente teleológica, aunque no
lo consigue en toda su extensión, debido a que no se percata
explícitamente del sentido divino, espiritual, de la palabra
asemejándonos a Dios, pues Cristo es La Palabra, El Verbo,
El Logos, y de ahí la vinculación divina, espiritual, que
SILSH soslaya sin darse cuenta, sin querer, como al
desgaire, según intuimos al leer todo el poema. Sigamos:
"A las vocales les pincelo espejismos,
recurro a florecerles las mayúsculas;
visto las consonantes con pimientos y rasos.
La palabra insistente se marea,
cae por precipicios, amuralla su espacio,
se sostiene equilibrista entre renglones,
renace en giros, golpea, se hunde,
emerge hacia el futuro."
Otra vez el incesante movimiento que adorna la
poesía de SILSH con dinamismo encomiable, con vida en sus
entrañas. Viendo de cerca estos versos, notamos la
percepción lingüística visual propia de una memoria
fotográfica que es signo distintivo del cerebro de nuestra
poeta bajo escrutinio. Esta poderosa cualidad su portadora
la pone al servicio de una poesía viva, acaso vivencial, no
menos experiencial, por supuesto, que hace partícipe al
lector de su misteriosa presencia alada. Como excelente
vate, SILSH es todo una aeda de perfiles certeros que sabe
usar sus armas para volvernos inermes con su astucia
verbal. De ese modo vemos que las palabras cobran vida
cuando entran en contacto con la perspicacia de SILSH.
Veamos otra arista del poema bajo estudio:
"Mi palabra es posesiva,
no es única,
me pertenece toda."
Claro que esto lo sospechábamos desde el
principio. SILSH es consciente poseedora de las palabras, o
con más precisión, de la palabra, en singular. Obsesionada,
casi esquiza, posee la palabra y la palabra es el leit motiv
de su quehacer poético, de su eterno poetizar hasta la
muerte. Este poema y su final nos recuerda a Juan B. Nina
cuando nos dice en su metapoema "No hay noches": "Sólo la
muerte será el fin de las palabras". De la misma manera,
vemos que para SILSH sólo la muerte será el fin de la
palabra. Prosigamos:
"Palabra de tres sílabas que acaricia o hiere,
que grita, que susurra,
hace el amor, clava puñales, se libera.
Reniego de la palabra que mancilla, corrompe,
manipula verdades, desintegra su origen
por abolir el mestizo lenguaje
que amamantó a mi pueblo desteñido".
SILSH confiesa su conocimiento en torno al poder de
doble filo de la palabra. Y también su pasión social en el
uso de esa misma palabra. Es pertinente notar que la
palabra en SILSH "se libera". La palabra en el presente
contexto no "nos libera", sino, más bien, "se libera" a sí
misma. Aquí entra en juego la SILSH taumaturga, pues busca
liberar la palabra en sus poemas, hacer que fluya, que se
regodeé ensimismada. La palabra libera a la palabra y así,
a puro desgaire, el poema se libera, se des-ensortija, se
desmadeja. Este punto clave marca la epitomicidad SILSHeana.
¡He aquí ahora a SILSH en su plenitud poética! Sigamos:
Renuncio a que me borren diccionarios
que atesoro en raíces
de mi suelo y su siembra.
Cultivo la palabra.
Jamás haré silencio.
El afán de trascender se percibe en estos últimos
versos que cierran el poema. Y este afán viene bien
merecido, pues SILSH sabe poetizar desde sus adentros.
SILSH se sinceriza cuando toma papel y lápiz. SILSH es
SILSH cuando de su pluma fluye el poema, o el metapoema,
pues la pasión de SILSH es saberse viva en cada sílaba, en
cada sintagma, en cada verso. Ahora estamos listos para ver
todo el poema de un solo golpe:
"LA PALABRA
Transcribo la palabra,
hago cabriolas con sus
significantes,
otros significados le
reinvento.
A las vocales les pincelo
espejismos,
recurro a florecerles las
mayúsculas,
visto las consonantes con
pimientos y rasos.
La palabra insistente se
marea,
cae por precipicios,
amuralla su espacio,
se sostiene equilibrista
entre renglones,
renace en giros, golpea,
se hunde,
emerge hacia el futuro.
Mi palabra es posesiva,
no es única,
me pertenece toda.
Origen del misterio de un
gran rompecabezas,
sazonada en matices y
cadencias
de peregrina voz hecha
torrente.
Palabra de tres sílabas
que acaricia o hiere,
que grita, que susurra,
hace el amor, clava
puñales, se libera.
Reniego de la palabra que
mancilla, corrompe,
manipula verdades,
desintegra su origen
por abolir el mestizo
lenguaje
que amamantó a mi pueblo
desteñido.
Renuncio a que me borren
diccionarios
que atesoro en raíces
de mi suelo y su siembra.
Cultivo la palabra.
Jamás haré silencio."
© Silsh
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