Algo ingenuo
No sé a quién dirigir
estas palabras.
Al fuego o a los vientos,
o al hombre que está aquí
y se derrumba
Hay que hacer algo: levantarlo,
hablarle de las cosas,
devolverle su nombre perentorio,
la antigua soledad,
la infancia,
la pobreza
Esa virgen manera de vestirse,
de caminar sin miedo
y conocer la calle por sus poros dorados,
los techos del verano y de la lluvia
Pero no sé a quién acercarme
con mi maquina a cuestas.
No se para quién tiemblan las palabras
o si cuando despierten en mis manos
alcanzaran para tocar el mundo.
No sé a quién llamar y prevenirle:
habla de tu desgracia, de tu olvido,
de tu valor.
Habla para la muerte
que te escucha.
Escribiré
Escribiré
cuando suba por las manos
sobre la espera en movimiento
paso a paso
a saltos o temblores
cada palabra hecha
cada voz innombrada
Casi a ciegas
un tanteo recorre la mirada
palpa el sentido
abre la tierra desierta
abandonada
y lleva el dedo como a un niño
en la aurora del tiempo
Después
nada más sucederá
y vendrá hasta la voz
el despertar no previsto
del silencio
Ludwig Van Beethoven
Una música
como una hoja apacible
rodando en la noche
hasta caer
en la frescura de la tierra
La voz que aguarda
dejar en el oído
su memoria
de antigua soledad
(Los dolores del mundo
agrietan sus manos)
Una sola música
dando vida
llenando el vaso
del deseo |