Esa pared que acerca el infinito
rugosa mansedad que nos sostiene
en el regazo equilibrista del espejo.
Nuestra pared de ausencias
que acariciamos sin temor
o empujamos de ira en algún nudo
estaba en huelga con el ojo.
la pintamos con verdes o amarillos
un camino dibujado en punto y fuga
otras
con su hedor descascarado entre la arena
o le tallamos los nombres más queridos.
que juega a ser un horizonte de almidón
-espejismo vulgar del condenado-
nos juzga nos integra nos protege
del cristal que vende su mentira.
Nuestra pared erige este desorden
estímulo de búsquedas sin peso
© Silsh
(Silvia Spinazzola)
Argentina