En la boca me guardo tus pinceles
que laquearon mi piel bajo cemento,

aquel vértigo suave
de jugar a colgarnos de piolines
por marcar pentagramas en los labios.
 
En la boca me guardo sinfonías de misterios paganos,
arcos tensados por orgullo ante el miedo,

nostalgia que se asoma bajo un farol que silba
en el umbral, a media luz,
algún blues oscuro
junto al folklore con retumbe a lamento.
 
 
En la boca me guardo esta lengua promiscua
que duerme sin relojes,

la fatiga inocente de naufragar tus costas,
una cigarra lúdica,
dos caracolas nácar, algunas madreselvas,
rebeldes golondrinas.
 
En la boca me guardo tu mirada punzó,
esos pícaros duendes que rompen consonantes,

nuestro anzuelo oxidado con saliva caliente,
una pira de besos, una estaca, un velero,
el patio de tu infancia.


No te he quitado nada:
           la voz me la canjeaste
               al llevarte las tardes de colores.
 

© Silsh
(Silvia Spinazzola)
-Argentina-

 
     
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