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Era el tiempo agridulce
del campo en erupción
donde semillas desgarraban
arterias de la tierra.
Las palabras ya no eran necesarias
para acercar los labios.
Ni el hambre ni las lluvias
abono
para esa blanca orfandad
que les nació
banderas en el pelo.
Supieron desde siempre
de las manos rendidas
frente al latido insomne.
Y soñaron con un mundo distinto
al borde atónito del límite
tan peligrosamente cauto.
Silencio en el abismo
necesario silencio en las lisuras
hasta palpar el aire
para encontrar
la furia de sus cuerpos.
© Silsh
(Silvia Spinazzola)
-Argentina- |
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