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Dicen que me buscaste en los rincones bajo jazmines vestidos de septiembre mientras ardían holocaustos por los ríos. Que ofreciste rescate por mis ojos y una pasión rotunda por mi boca.
Que provocante la tarde creció entonces por maniatar los bordes de la duda, mientras adormecías al eco en los suburbios de la noche. Que estableciste puntajes al suicidio hasta burlar la finitud frente al espejo.
Que un feroz aluvión de madrugadas pudo tapar con cenizas tu cabello a la espera de un puñado de ilusiones.
Dicen que vas dejando marcas en la corteza de los árboles. Que cambiaste calendarios a las flores por no saber que hacer para encerrarme entre lanzas de acero y azulita.
Que hay lluvias que cercaron mi música junto al declive de balanzas certeramente infieles. Que sobornaste a la luna cuando te dio la espalda con su cara más triste junto al muelle. Que la espiral antigua con sabor a esperanza, trepó por tu dorsal hasta encenderte en la espera peculiar de lo negado y cien rayos partieron tus arenas hasta licuar el sol frente a las olas.
Dicen que regalaste tus proyectos al no encontrar timón que los sostenga mientras la bruma dejó rastros en los labios, envilecidos por una brújula sin norte de palabras. Que aún quedan caricias entreabiertas al lenguaje por no haber sido profanadas ante la terca rebelión de la distancia.
Dicen... que aún me estás nombrando. Pero sé que malvendiste cada sueño en el costado sepia de un verano.
© Silsh
(Silvia Spinazzola)
-Argentina-
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