Los misterios se diluyen con el alba. En esa zona de indefinidos perfiles añoro tu figura, aquella de las sombras doradas, la que consumaba en perfectas sinuosidades el adormilado afán de que aquella hora no acabara. El cielo, cada vez más frío y ambiguo, revela tu retirada. Preludiar en vacíos de frías sábanas la colérica sensación de emprender el día en soledades, parece ser la consigna que el destino ha puesto para hoy. No la acepto. Salto de la cama furioso y, de repente, me hallo en mitad de alguna parte, inmóvil. El sol está alto y me lo aclara: el día ni nada hará que regreses. El aroma a café me da esperanza. En ese instante me doy cuenta de que el "timer" de la cafetera marca la misma hora desde hace meses. Busco una taza y me siento a beberlo. Sabe a agua.
© Juan José Mestre
(Argentina)
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...y es su sabor insípido quien me señala la distancia entre el vacío y las sombras que se alejan. Mudo tiempo de rescatar detalles consabidos, repetidos, preludiados, que detuvieron la razón cuando el destino rasgó el velo de una tarde de verano.
Una postal impávida suspendida por meses de silencio, hasta que el viento sopló al timer para quitarle herrumbres de dolor. Todo sabía a nada, como ese café que se durmió de olvido sobre el mármol...
© Silsh
(Silvia Spinazzola)
-Argentina-
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... como el grito que no pude socorrerte, aunque me correspondía por encargo. Este aroma sólo agranda mi deuda: tres primaveras y la mañana. Me apresuro, pero no llego a tiempo, la muerte se adelanta y te hace beber el negro néctar que te hará pertenecerle para siempre...
Iris Alfonso
(Cuba)
-2003- |
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